por Erika Alvarez Cevallos |
Eran minas de hogueras entre el concreto, donde la niebla ciega la vehemencia, el ardor y la ruptura. Donde los seres ignotos que secos de hambre bebían la piel cansada, reposaban sus cuerpos en espinas de cañas, mientras se aventaban a los cielos escudos de plásticos vacíos y cócteles molotov.
No obstante, seres mimetistas que aprendieron de sus abuelos, que heredaron la corona, los que se quedan con la tierra, la usan, la vuelven infértil…, vociferaban proyectiles al azar secos de veracidad, asesinos condecorados por el amor y la paz, entes que injertan una ilusión moral.
Porque también son ilusionistas, son cerdos ilusionistas, son cerdos ilusionistas oportunistas.
Que matan, desaparecen, vuelven, gobiernan, nos quitan, sus hijos nos quedan, los nuestros se van.
Erika Alvarez Cevallos @_erika7_ Estudiante de la carrera de literatura en la Universidad de las Artes.
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