por Eduarda Dávalos |
I
Madera de guerrero paseando en un mar de cemento.
Maquilla todas sus caras grises.
Se perfuma algunas con menticol,
otras con splash de vainilla,
esta de acá con Celos, by Yanbal,
y la de aquí con BOSS… porque él es el boss.
De Samborondón a Bastión popular
Guayakill City sale a perrear.
II
Whitequileñitos en sus pantallas de cristal
Se creen calle por conocer el Centenario
—¡Qué tiro, broder! Mi tía es Isabel Noboa.
Le rezan a San Benito mientras se beben la botella,
al pelado S.A nunca le falla la reserva.
—O S E A, es que yo no sé por qué los pobres no trabajan, ¿sí tripeas?
Whitequileñitos con sus acai bowls y sus depas en Punta Blanca
Son los provida que marchan con Dani Beta
y al cacho a Mayami la llevan
a abortar en corto,
¡Pero no les digan eso!
No ven que sus esposas son mamitas de familia,
esas que primero rubias falseta
antes que una chola de verga.
—Sambocity no es Guayaquil… porsiiii.
Whitequileñitos son los ciegos, sordos y mudos
hasta que llegan los indios del páramo.
O los pobres vagos.
O los negros.
O los hacheros.
Frente a cualquiera de los esperpentos deambulando
afuera de sus ciudadelas.
¡Ellos sí se ponen la camiseta!,
en defensa de la familia y las buenas costumbres.
III
Guayakill City sale a perrear
dejando ver otra de sus originales caras.
En el mismo mar de cemento
donde navegan asaderos y carretas
son los soldados espartanos,
tucos y madera de guerrero,
los que toman la sopa hirviendo a treinta grados
mientras hierven empapados de sudor
en los cuarenta del comedor.
—Es que los guayshacos somos cosa seria, ¿sí me entiende?
Al Ídolo le rezan y a las mamitas veneran,
quietos ni un solo día para llevar el pan a la mesa
y a la panza, la jama de cerveza.
—Niña, ¿qué va a llevar? Preste, yo le veo, mi reina.
¡Está bien rica, usted! ¡Muuaa!
En tricimoto, colectivo o camioneta,
el Semen de los dioses Quiñonez,
el partido no perdona.
IV
Guayakill City sale a perrear,
pero se olvida de una de sus caras.
La de los fantoches, espectros y mamarrachos,
los que esta ciudad esconde.
Son los que no sirven ni pa’ lo uno ni pa’ lo otro
porque no son madera de guerrero,
no tienen la bendición de Juan Pueblo.
Son las prostitutas que se pelean
con la venezolana recién llegada
porque ella cobra tres dólares la noche.
Son las mujeres trans que dejaron muertas en la vereda
después de unos puñetazos bien dados
por los machitos que se excitan en privado y las escupen en público.
Son lxs maricxs violentados por los vestidos de corbata y guayabera.
Los gaseados y censurados en las calles por los pacos.
Los árboles talados que cambiaron
por un KFC y un par de adoquines.
Los artistas callejeros que no encantaron en sus patios de comida.
Las niñas que violaron y tiraron al estero.
Son a quienes esta ciudad los va a matar.
V
Feliz bicentenario.
Con drones y cerveza
Guayakill City sale a perrear.
Eduarda Dávalos. @eduardadavalos Estudiante de carrera de Literatura en la Universidad de las Artes. Miembro del Consejo editorial de Tangente. Feminista interseccional y habitante de Guayakill City.
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