por Nicolás Esparza|
Olvidos que alimentan la memoria,
Que ni nos pertenecen ni llamamos
Octavio Paz – Razones para morir
El tiempo es transgresor. No hay significante que resista a la erosión del tiempo. Las voces van y vienen, desgastándoles. Los significantes se vacían, mutan, se reconfiguran: se transforman. Los significados se entretejen superponiéndose, anteponiéndose, dialogando para negarse o reafirmarse entre ellos y debatiéndose en la estrechez sintáctica del referente. El tiempo se hace una bola con el espacio, una misma unidad que interviene a la semiosis que (re)configura al referente. Entonces, tiempo-espacio, doblegan al mundo, a la Historia, a los entramados sociales. Somos entidades maleables. Somos un palimpsesto.
Hablar o callar, manifestar o reservarse, intervenir o no hacer nada. Los términos medios a veces no caben en el espacio que implica una acción: octubre se (re)configura como un punto para detenerse y contemplar diacrónica y sincrónicamente los constructos que se erigen y se han erigido. Octubre, entonces, es el espacio reservado para conmemorar o para olvidar, para seguir haciendo o dejar de hacer; octubre es el punto ciego, pero también es el panóptico.
Si el universo que habitamos se reconfigurara, si los relatos que nos integran y entretejen fueran trastocados, si la Historia volviera a ser intervenida y dividida nuevamente en polaridades dicotómicas, no necesitaríamos un Jesús que dividiera el tiempo occidental: octubre lo haría y sería suficiente. Abandonaríamos el a. C. y el d. C. y, rizomáticamente, desembocaríamos en octubre como el génesis/apocalipsis del todo y de la nada: antes de octubre de 1492, Occidente era distinto; antes de octubre de 1922, Guayaquil era distinta; antes de octubre de 1945, los derechos humanos eran distintos; antes de octubre de 1820, el territorio era distinto; antes de octubre del 2019, nuestras vidas eran distintas.
Tangente, nuestra revista, también comenzó en octubre del 2018 y, al igual que la Historia, el mundo y nuestras redes sociales, Tangente también era distinta: no seríamos lo que somos sin la intervención de quienes han pasado con sus aportes para la reconfiguración del arte y la crítica urbana. Tangente Octubre se erige, pero porque hubo Tangente Interactos –editado por Fernando Montenegro–, Tangente Ars-Animal –editado por Diego Cevallos–, Tangente Creær –editado por Analy De la Vera–, Tangente Crisis –editado por Noelia Mantilla– , Tangente Interactos –editado por el Consejo Editorial de Tangente–, Tangente Gecko –editado por Jefferson Meza–, Tangente Saudade –editado por Niza Ochoa–, Tangente Kamikaze –editado por Doménica Concha–, Tangente Compost –editado por Laura Nivela–, Tangente Mnemofagia: Basura.net –editado por Lupe Paredes– y, auguramos, Tangente seguirá siendo un punto para seguir interviniendo el tejido social.
Así, Tangente Octubre es la voz de la memoria que bulle; es la búsqueda de identidad, pero también del cuestionamiento; es el manifiesto de la biopolítica y la denuncia de lo que coerce, de lo que ahoga, de lo que nubla y corroe la memoria. Es nuestra exigencia de dignidad.
Octubre se ha escrito con sangre y se lo recordará con la identidad, la voz y el cuerpo: Tangente es el juramento de la memoria colectiva, «con tinta sangre del corazón».
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