Durante la noche, escribo con mi sangre un evangelio. Soy divinidad subterránea que nace con cada flujo, enciende sus cabellos, baila en la eterna destrucción de los árboles. Nadie me distingue. Mi cuerpo es disidencia, antítesis, simbiosis. Tengo las manos llenas de flores. De mí entran y salen sacerdotises hermafroditas intravenosos con los frutos de mi especie. En mí se masturban ritualmente, dejando sus fluidos hermosos y brillantes como ofrenda. Abro mi boca. Los dientes me brillan con la pulcritud del semen. Una luna se viene a asentar en mi ombligo, haciéndome universo donde penetran y giran astros infecundos. Durante la noche, escribo un lenguaje infinito para definirme.
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Estas aguas, extensión del cielo que cuelga sobre nuestras cabezas como un fruto prohibido. Toco con la punta de la lengua sus cuerpos incesantes, dibujo nuevas formas de vida en cada movimiento. Sus átomos de luz emanan delirio fluorescente sobre cadáveres y sombras de sus habitantes primitivos. La tierra donde se asientan salta y se regodea con cada roce, con cada exhalación, con cada erupción de aquellas magníficas bocas que tiemblan y gimen sus signos contrariados: presa del orgasmo. Y la distinción entre sus sexos se diluye entre vestigios de aceite y ángeles de espuma.
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El relámpago, mi voz. El hervor de las nubes que cubren los pechos de mis santos. Ellos sudan vino, arden, se juntan en pléyades de prostitutos sagrados, hacen de mi pubis la orgía blanca. Ninguno conoce el grito de su nacimiento. Ninguno se ha negado el deseo de morir sobre cinturas de arena. Genealogía de dioses que ahora son adorados con otro nombre, bajo otra máscara; sus ceremonias mutaron a otros signos.
Los siglos perdurarán como el fuego líquido de sus entrañas.
Lesly Odalis Armijos @oda_procel19 (Lago Agrio, 1999). A lo largo de su vida ha estudiado en varias instituciones en distintas provincias del país hasta residir en Guayaquil. Actualmente es estudiante de Literatura en la Universidad de las Artes.
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