por Eduarda Dávalos
I
Toma el tren hacia el sur,
a esta violenta ciudad.
Camina entre caníbales exhibidos en opacas vitrinas,
rostros buscando color humano,
rostros frágiles.
II
Lluvia de estrellas fugaces,
meteoritos cargados de fuego.
Entre las llamas se congela la ciudad.
Se rompen los vidrios de los edificios,
los pedazos cortan las cicatrices de los cuerpos,
dejan señales azules que piden auxilio.
Se desfoga una corriente eléctrica,
son los gritos de la Virgen del panecillo.
Lluvia de balas perdidas.
III
Las calles huelen a sangre,
se sienten los espasmos de una enfermedad terminal,
síntomas de asfixia:
las gargantas ardidas,
los corazones tratando de latir.
La vida se ha resbalado de las manos.
Solo queda la luna cubierta en cenizas,
lágrimas hechas sal de mesa,
una miserable fotografía gris.
Eduarda Dávalos. @eduardadavalos Estudiante de carrera de Literatura en la Universidad de las Artes. Miembro del Consejo editorial de Tangente. Feminista interseccional y habitante de Guayakill City.
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