Recuerdos

Nicole Díaz C.

Siempre me lo imagino, en si me extrañaría o si pensara en mí, si quisiera darme abrazos como yo quiero hacerlo o conversar sobre sus libros favoritos conmigo, como me dijeron que le gustaba hacer.

Quisiera saber de él otra vez, porque siento que en los momentos más solitarios lo necesito de vuelta, necesito saber qué consejos me daría o si yo sería tan apegada a él como lo soy con mi papá, que es su reflejo.

Quizá necesite de besos suyos en la frente, su cuidado y atención a la hora de irme a dormir, que vele mis sueños para que no me acosen las pesadillas. Lo necesito también por mi papá, para frenar su melancolía; para que no nos rompa el corazón cada vez que lo recuerda, como cuando evoca las aventuras en su camioneta blanca cuando iban a la playa. O como cuando los llevó a Ciudad de México siendo demasiado jóvenes y no sabían qué esperar. La mirada de mi papá se cristaliza al recordarlo, pero su voz se emociona siempre que habla de él.

Sé que lo amaría más que a mi vida y no existiría poder humano que me lo arrebatara, pero uno de mis libros favoritos dice lo correcto: «Las cosas cambian, los amigos se van y la vida no se detiene por nadie». No fue justa la manera en que se fue. Yo era muy pequeña y no recuerdo claramente lo que pasó, pero me ha dejado la imaginación desde los recuerdos ajenos, porque cuando no conoces a una persona puedes imaginarla a través de quienes fueron cercanas a ella.

Mi papá dice que era un gusano-come-libros como yo, que leía día y noche sin parar, que complejizaba temas simples y que disfrutaba con sus libros más que con la familia. ¡Me veo tanto en mi abuelo! Porque también disfruto con los libros, aunque en ocasiones quede partida por la mitad.

No lo conozco, pero los recuerdos de los demás me hacen amarlo. Él me dejó más que libros y sueños: me regaló el legado de la literatura en la sangre y su esencia en gotas de amor.

2 comentarios

  1. Me encantó, me permitió sentir y recordar a mi abuelito que ya no está conmigo, pero que siempre estará presente en los recuerdos de quienes convivieron más tiempo con el. Solo recuerdo que era un abuelo divertido, consentidor, creativo y amoroso. Un caballero que crió muy bien a sus hijas e hijos como damitas y caballeros.

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