ANALY DE LA VERA
Pienso con mucha frecuencia en mis creencias infantiles, donde la fe, el pecado y el perdón ocuparon un espacio más que importante, y que aún me acompañan en mis prácticas adultas. Pero creer se vuelve cada vez más ambiguo en la medida en que el arte me va consumiendo. Las prácticas religiosas, a pesar de que atravesaron y marcaron toda mi vida, terminaron por provocarme rechazo, así que preferí entenderlas como parte de mi propio proceso creativo.
Este número de Tangente me ha ayudado a percibir de qué manera las personas a mi alrededor también requieren de algo extra para creer, para que sea posible la consecuencia. Muchas de ellas se construyen en y por el imaginario cinematográfico, con películas que nos encaminan a la repetición infinita de situaciones y de personajes. Otras lo hacen por medio de las artes vivas, del performance, porque lo necesitamos para entender un momento particular de nuestra historia o del contexto que estamos viviendo. A veces, más bien, necesitamos diluirnos y ser uno con el código, otras tantas reconocer la importancia de replantearnos la relación que tenemos con quienes compartimos los espacios; porque creer también puede significar un peligro si no lo ponemos en cuestión.
Durante el proceso de creación de este número volví, en varias ocasiones, al arte poética, que es la forma en que cada poeta explica cómo entiende la poesía. ¿La poeta cree en la poesía de la misma manera en que yo creo en las nuevas escritoras y en el arte? El arte se construye con influencias interconectadas que me gusta pensar como creencias por su potencia creativa. El arte se construye con influencias interconectadas que me gusta pensar como creencias por su potencia creativa. Y, si hubiera espacio para alguna reflexión, sería la de invitar a quienes nos circundan a que admitan más de una perspectiva, que el replanteamiento de nuestra relación con el mundo es a veces pertinente. El reto ha estado ahí: en transmitir ese replanteamiento, en establecer diálogos.
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