Asfixia

Víctor Vaccaro García


Heme aquí. Tengo tantos silencios corroyéndome la boca: han hecho metástasis en mis huesos, dejan rastros de tinta al recorrer mis ojos. Sigo cometiendo el pecado primigenio que en las mujeres se ha levantado como una puerta hacia otra puerta hacia otra puerta. No quiero saltimbanquis flojos deslizándose por mi garganta. Lo único que quiero es poder hablar como lo hicieran las paredes de hospitales: ver todo, ser inmóvil; un invierno higiénico de muertes y vidas en revolución contra su origen, de heridas y quemaduras que brillan con ese esplendor tembloroso de la sangre. Quiero sentir en mi cuerpo la desgarradura metafísica del hombre hecho poema, de la belleza hecha sentencia, y que esa sentencia me obligue a morir en cualquier instante. Al fin y al cabo, solo la palabra nos destruye. 

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