Te perdono régimen de Salvador Izquierdo

Isabel Macias

Uno nunca sabe qué piensa un escritor cuando escribe, solo lo intuye cuando lo tiene frente a frente y lo escucha respondiendo las preguntas que le hacen sus lectores.

Fui a la presentación del libro Te perdono Régimen de Salvador Izquierdo. Lo escuché y sentí su sensibilidad con la escritura. Sinceramente, compré el libro por novelería, hace más de un mes. Esa novelería incluía mi acérrima pasión por la literatura con tintes políticos. El título me pareció intrigante y no dudé en ojearlo. El prólogo muestra la realidad profesional y personal del escritor; marca su desencanto por los últimos diez años de gobierno en Ecuador. No he leído su primer libro titulado “Autogol”, no dudaré en conseguirlo.

Te perdono régimen es un libro de cuentos con personajes humanos y directos. Aquí, el autor a través de un caleidoscopio, mira el interior de los personajes algo confusos, algo simétricos que nos invita a vivir entre ellos. Seres reales que viven entre estas páginas que nos incitan a entrar en sus pasiones, frustraciones y deseos. “La palabra es irreversible, ésa es su fatalidad” lo dice Barthes “lo que ya está dicho, no puede recogerse, salvo para aumentarlo: corregir o añadir” Es lo que hace Izquierdo en parte de sus cuentos, como lo mencionó en la presentación de su libro. Hace ruido con sus palabras, un ruido que no es despectivo, sino más bien, se aleja de la narración tradicional, en especial de la narración ecuatoriana.

A veces nos podemos perder en recuerdos aleatorios o comprobar que no nos concentramos lo suficiente para leer el primer cuento: Horacio Castellano Moya, un relato corto, con una historia cotidiana, de lenguaje directo, es como si el escritor saliera de sí mismo con ansia de mostrarse ante los demás. Uno se acerca al texto, con ganas de conocer el final.  Y, el autor nos lanza desde el comienzo, una serie de referencias que no dudaremos en googlear: páginas webs, revistas literarias, escritores, ediciones e incluso Wikipedia.

Quizás nos perdemos en tantas dudas que hay en: Tomás Gutiérrez Alea, cuento compuesto por preguntas. Una en relación a otra. Una serie de ideas que al final nos muestra el arduo trabajo de un escritor. Comenzar, cerrar, vivir la cotidianeidad, abandonar un texto, etc. Satisfactoriamente los autores que menciona en este cuento los he leído en su mayoría. ¿Son estas preguntas retóricas? ¿No sería mejor hacer preguntas útiles? ¿Lo podemos dejar ahí? Quizás en este punto quieres dejar ahí el libro. Pero sigues, y empiezas a sentir el gusto de Reiner Werner Fassbinder, tantas referencias, tanta información jurídica frente a material y comentarios cinematográficos. Mientras intentas encontrar la relación entre Nat King Cole y algún relato típico de Haruki Murakami, con esos personajes simples pero conscientes de que están en este mundo para algo. Un Psíquico, dos chicas perdidas, un deseo de hacer algo diferente, dos vecinos extraños, una historia inconclusa. Sentirse como un abogado con alma de escritor que solo después de quedar vacío, sin nada, puede encontrar en la soledad las mejores palabras para decir lo que siempre ha querido decir. Un discapacitado que al final de todo, su vida es como un pan, y así siguen los cuentos, con algo que decir y a la vez sabemos que es mejor no decir nada.

Escribir siempre es un asunto inacabado, es un proceso de lucha interna y manifestaciones de lo vivido. Todos los cuentos del mencionado libro, nos mantienen en el suspenso de lo que va a pasar, al final no pasa nada. Nos deja la sensación de querer seguir sabiendo qué pasa en la historia. Estos cuentos son pensamientos producidos por un escritor que es médico de sí mismo. Te perdono régimen, título que está plasmado en cada cuento, donde los personajes son víctimas de ellos mismos, víctimas del entorno que los rodea, víctimas del régimen en el que viven, y no solo el régimen social o político, sino, el régimen que se impone desde sus propias personalidades.

 

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