Danza desde la complicidad, de Génesis Morán

Escuchar “danza contemporánea” en medio de una conversación, o de los labios de una bailarina o bailarín tiende a despertar cierta curiosidad; o al menos así sucede la mayoría de las veces en las que la palabra contemporáneo se inmiscuye en una oración. Parece ser que lo contemporáneo refiere a todo lo exótico, lo anormal, lo extravagante, lo carente de sentido lógico y, por supuesto, a lo que poco le preocupa lo bello.

Por esa razón hablar de danza contemporánea a ratos enciende la llama de las preguntas; seduce y confunde a quienes empiezan a conjugar opiniones, cuestionamientos, afectos, imágenes y recuerdos de todo aquello que uno sabe y desconoce de esta forma de hacer danza. Y pienso desde mi realidad levemente conocedora, que en medio de lo compleja y diversa que es, parece ser cada vez más ambigua.

Hace un año me encontraba en la plazoleta del parque Forestal (Donde funciona el Campus Sur de esta Universidad) sentada alrededor de un cuadrante al que le habían regado tierra; en la periferia del cuadro había tres cajas (una por cada lado) con una superficie de vidrio y sobre esta arena y una roca. Los bailarines entraron al cuadrante arenoso y permanecieron quietos. Una mujer puso en mi mano una roca fría y sutilmente me miró invitándome a caminar tras ella. Me dirigió hasta una de las cajas, observé la piedra, la caja y a una bailarina que estaba moviéndose casi dolorosamente, de repente se cruza mi mirada con la de un muchacho que estaba frente a mí, respiré y una especie de complicidad inconsciente nos movió lentamente al unísono, mi cabeza y torso parecían estar conectados a su cuerpo, quizá ambos adentrados en una dimensión desconocida, ¿cómo saberlo? Mi mano llevó la piedra hasta el vidrio arenoso y detrás de mí los parlantes reprodujeron la acción-sonido, al mismo tiempo, el bailarín se retorcía con el sonido rechinante y polvoso que nos traspasaba, resultado de aquel momento compartido. Su danza era mi danza y mi danza fue suya.

Cuando pienso en danza contemporánea este recuerdo es uno de los que llega a la memoria de mi cuerpo, mente y posiblemente alma. Ese día estaba participando sin querer en la intervención de TALVEZ, un colectivo de danza contemporánea de la ciudad de Quito.

Me gustaría despejar un poco los términos siendo consciente de que lo que aquí comparto es únicamente lo que percibo desde mi realidad a partir de la historia y de las convenciones actuales.

Cuando en los 60´s el Judson dance Theater conformado por un grupo de artistas de la plástica, bailarines y músicos empiezan a explorar hacia una nueva danza con la clara necesidad de separarse de la danza moderna[i]; la concepción de la danza cambió por completo. Al igual que en otras artes, en la danza también hay un proceso lineal de cambios hasta que las vanguardias empiezan a cuestionar todo lo asumido hasta aquel momento. Las negaciones empiezan a hacerse evidentes mientras se derriban asunciones que se proclamaban ley y totalidad. Ivone Rainer, Steve Paxton, Trisha Brown, David Gordon, entre otros, empezaron a dar prioridad al movimiento como tal, no a la forma, abandonaron el argumento y se cuestionaron por la dimensión temporal, por la gravedad, por el espacio, por el especial estado del espectador y por la cualidad espectacular de la danza.

“Para la vanguardia en danza no hay movimientos mejores o peores, más o menos adecuados. Todo movimiento humano es válido en danza. Los de los bailes comunes, los de las tareas comunes como caminar, subir una escalera, arrastrar un objeto. También los movimientos improvisados, construidos de manera inmediata y al azar[…]” (Perez Soto 2008)

A partir de este momento la danza no vuelve a ser la misma, siento que se desdibuja, se deconstruye, se diluye el mensaje, se asume la percepción del mundo desde el cuerpo, se vuelve material de búsqueda y de conocimiento. Se vuelve familiar, se vuelve humana, animal, vegetal, agua, tierra, se va recordando que es evidencia de lo vivo. Y precisamente aquí es donde la danza de TALVEZ se vuelve un claro ejemplo de la complejidad y fragilidad que posee el momento.

¿TALVEZ?

Este colectivo de danza contemporánea; nace en los brazos de la Universidad San Francisco de Quito en 2008 bajo cargo de Marcela Correa. Los principales motivos de exploración de este colectivo son: el Movimiento Auténtico[ii], la improvisación y la interacción con el espectador. Han realizado obras como, Mientras el agua dormía, La escucha, El público manda, Diálogos sin diálogos, Desde la bici, Cuerpo intuitivo, Epertare, El abrazo, Manípulo, De la seducción a la violencia y Fasciia-Piel Adentro.

¿Qué es el movimiento auténtico?

Cuando en una clase de la carrera de danza nos indicaban que íbamos a hacer ejercicios de Movimiento Auténtico contuve la reacción de confusión, puesto que en mis adentros me preguntaba ¿y todo el movimiento que he hecho con mi cuerpo desde que nací hasta hoy no ha sido auténtico?

La guía-docente nos indicó que tumbados en el suelo con los ojos cerrados, con paciencia y respeto observemos desde adentro la respiración, su entrada y salida mientras nuestro organismo realiza sin nuestra voluntad el proceso respiratorio; nos indicó además que escucháramos el sonido de su recorrido. Luego pasamos al corazón, a su ritmo, a su color, a su textura, a su fuerza; más adelante la circulación, como la sangre llega hasta la punta de la nariz con la misma fuerza con la que llega a los dedos de los pies, a las axilas, a los pezones, a las pantorrillas, a las ingles. Pasamos a los huesos, ¿suenan? ¿cómo es su textura? Los músculos (estriados o voluntarios) ¿Cuál es su color, su olor, su sonido, su textura, su sabor?

“[…]la organicidad: el movimiento libre y natural, equilibrado y armónico, se manifiesta cuando el movimiento irradia desde el punto donde se genera la energía” (Vallejo 2001, 74)

Desconocemos la sabiduría y dinámica natural de nuestro cuerpo puesto que estamos plagados de musculaturas crónicamente contraídas, que en el mayor de los casos es resultado de malos hábitos posturales, que a su vez son resultado de la vida contemporánea -computador, móvil, sedentarismo, etc. El movimiento auténtico yace en un cuerpo equilibrado, armónico.

Estas exploraciones conducen a quien las asume a un conocimiento de lo que lo constituye biológicamente y toda esa información regala herramientas para la improvisación a partir del impulso. Pero ¿qué es esto? Quizá, con toda la carga sensorial con la que cuenta la persona luego de la exploración, la rítmica de la circulación se haga más evidente y le lleve a un movimiento. O quizá la textura viscosa de la articulación de la rodilla devenga un movimiento completamente distinto. Y todo esto es único de cada individuo, ese movimiento no pudo ser enseñado por un profesor. Es lo más auténtico que posee.

¿La improvisación?

En la vida cotidiana nuestras mamás improvisan un desayuno, algunos de mis profesores del colegio improvisaban las clases, los albañiles y pintores improvisan andamios para enlucir o pintar las paredes. Pero la improvisación en la danza tiene un sentido un poco más complejo.

La improvisación es la búsqueda de lo desconocido.  Así como el exceso de repetición de un sonido provoca la perdida de la noción del tiempo el exceso de repetición de un movimiento provoca entrar a un estado otro. Para da danza, la improvisación es una vía importante de estudio y de experimentación para la creación, principalmente parte desde los 60´s con Steve Paxton en los inicios del Contact Improvisation. Pero que se diversa en muchas otras maneras de vivir la improvisación.

Una parte fundamental de la improvisación es la consigna; se establece un parámetro que de alguna manera limita las posibilidades. Pero que funcionan como un potenciador de la búsqueda. ¿A qué me refiero con esto que parece confuso? Si una bailarina o un bailarín se encuentra en un espacio en un momento determinado y se dispone a improvisar sin mas intensión que esa “improvisar” las posibilidades son tantas que es difícil contarlas y más difícil aún verse envuelto en una de ellas. Cuando se establece una “consigna” como “movimiento a partir de la relación cráneo y pelvis” o “movernos sin usar las extremidades inferiores” proporcionan una gran cantidad de dificultad que despunta en la búsqueda de lo desconocido desde lo posible, desde lo permitido.  Y deviene lo insospechado.

¿Quién es Marcela Correa?

Es una coreógrafa que en sus inicios se encontró con la danza de Wilson Pico y Klever Viera, íconos de la danza moderna y contemporánea del país. Posteriormente realizó estudios de movimiento en Boston, donde obtuvo una maestría de Terapia por el arte y el movimiento en la Universidad de Lesley mi entras se dedicaba al estudio de movimiento auténtico, improvisación e improvisación de contacto. Actualmente dirige la facultad de artes escénicas de la USFQ y el grupo TALVEZ.[iii]

Correa en su texto Improvisación e interacción en tiempo escénico menciona que existe una necesidad de enfrentarse al espectador de otra manera; indica, citando a Bauman en su teoría de Sociedades liquidas que para la sociedad, valga la redundancia, es imposible establecer una guía o un patrón y seguirlo fielmente. El mundo social está en constante cambio y la improvisación es afín ello. ¿el qué sentido? En la cualidad específica de estar en constante deconstrucción. En la ausencia de la fijación y en la dicha del constante cambio.

El trabajo de Correa en sus danzas se acerca al espectador no desde una relación formal con el tiempo o con el espacio, desde lo vivencial. Personas iguales a las personas que llegan a mirar y que crean unos diálogos, o quizá, no. Las relaciones que se establecen entre los espectadores y los bailarines marginan los roles y corresponden a un tiempo ontológico, a un espacio uniforme. Los movimientos que allí devienen son resultado de la convivencia que se forma. Y no estoy refiriéndome a una historia, puesto que aquí lo importante es el movimiento como tal y la experiencia de este. Pero este movimiento no podría suceder sin el “vinculo” o la “conexión” que se establece este estos dos seres humanos.

Las historias, los mensajes, los argumentos funcionan cada vez menos. Cuando la danza, abandona el pedestal de obra y se vuelve efímera y frágil, es cuando cobra sentido, cuando se vuelve potente. Los afectos y las vivencias del instante donde la danza no jerarquiza, sino que vuelve horizontales las relaciones funciona como Arte.

Marcela Correa junto a TALVEZ se encuentra en la búsqueda de una danza que siente lo frío del suelo, que mira a los ojos, que entra a lo desconocido y que comparte. Comparte aire, comparte un lenguaje más allá de lo limitante racional, comparte aceleraciones cardiacas, comparte el golpe de una piedra, comparte sudor, comparte devenires, comparte silencios, comparte movimiento.

“Las obras son actos de la vida misma, están en la lógica de su continuidad y sus vaivenes. El artista es uno más, sin aureola ni pretensiones de originalidad y genio. Todos pueden, y en muchos sentidos deben, ser artistas” (Perez Soto 2008, 120)

 

Bibliografía

Perez Soto, Carlos. Proposiciones en torno a la historia de la danza. Lom Ediciones, 2008.

Vallejo, Joaquín Benito. Cuerpo en Armonía. INDE, 2001.

 

[i] Surge a principios del siglo XX en occidente, principalmente en estados unidos, Francia y Alemania como resultado de la necesidad de una nueva forma de movimiento, que se aleje de los códigos de la danza clásica tradicional. Sus exponentes principales fueron Isadora Duncan, Loie Fuller, Ruth St Denis, Ted Sawn, Rudolf Laban, Mary Wigman, entre otros

[ii] El movimiento auténtico es una disciplina de la danza que busca expresividades a partir de impulsos del cuerpo en relación a la mente. Como una imaginación integral

 

[iii] https://www.talvezdanza-usfq.com/quienes-somos

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