Los terribles dos, Andi Romina Guillén

Los terribles dos

Andi Romina Guillén

Para Fernando, por ser el más bello traidor del transpatriarcado y por ser el ladrón de mis sueños. 

Acto único

El Padre. ― Los padres no enseñan a enseñar. Los padres sueñan que enseñan a enseñar, igual que les enseñaron sus padres.
El Hijo.― O sea ¿mi abuelo?
El Padre.― Algo así… El punto es que la paternidad es un acto interactivo.
El Hijo.― Ahhh… ¿Por eso fuiste tú quien me llevo nueve meses en su barriga?
El Padre.― No, hijo, eso es porque soy trans.
El Hijo.― ¡Como mis papas fritas! *Libre de grasas trans*
El Padre.― Más o menos, mi amor… más o menos…
El Hijo.―  Papá.
El Padre.― Dime, hijo.
El Hijo.― ¡La luna nos persigue!
El Padre.― ¡Enserio!
El Hijo.― A ti no sé, pero a mí me persigue todo el tiempo.
El Padre.― ¿Quién la habrá puesto allí?
El Hijo.― Yo creo que nos vigilan.
El Padre.― A lo mejor está allí porque quiere comunicarnos algo.
El Hijo.― ¡Ay, papá! ¡Yo no la entiendo! Algunas veces aparece más cerca y otras veces más lejos… A veces pareciera que guiña un ojo, a veces aparece de ladito y otras veces se ve muy gorda.
El Padre.― ¡Ay, hijo!
El Hijo.― ¡Papá!
El Padre.― Sí, mi amor.
El Hijo.― ¿Cuando sea grande se me va a caer el pene?
El Padre.― No amor, así no funcionan las cosas. Aparte tú eres un niño y, ¿te identificas como un niño?
El Hijo.― Pues sí, pero… Y si fuera trans, como tú y mi mamá… ¿Estarían molestos conmigo?
El Padre.― Con tal de que no seas político…
El Hijo.― Está bien, pero probablemente me volveré farmacodependiente.
El Padre.― Lo único que no quiero es que resuelvas tus problemas teniendo más hijos.

Fin.

 

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